miércoles, 9 de marzo de 2011

Una noche en la galaxia de Momo


Los brazos entumecidos. Palma con palma, una y otra vez. El público se pone de pie con el pecho inflado y la sonrisa de oreja a oreja. Las estrellas bajan del escenario y se mezclan entre los presentes para repetir las últimas estrofas de la retirada. La gente aplaude a la murga de frente, a los ojos, sin necesidad de mirar al cielo. Porque es en esa galaxia terrenal donde la murga cobra vida: con su pueblo.

Horas antes el sol se despedía como presagiando un espectáculo con luz propia. La brisa suave de febrero –porque en Uruguay todavía es febrero- y la comodidad del pasto terminan de completar la escena. La gente también se reparte entre las gradas y las sillas. A los costados del predio el paladar se inquieta: pizzas, hamburguesas, choripan, empanadas, churrasquito oriental… “Para gustos, colores” y más en estas fechas. Hay lugar para todos y escenario para uno.

Cuando el Rey Momo se da cita sobre las tablas, la piel transpira un año de trabajo para denunciar injusticias y celebrar alegrías. La promesa es volver el año siguiente con las estrofas que el 2011 escriba. Porque, mientras que en el aplauso cerrado flotan la magia y la emoción, esa noche la murga afirma: “La vida es mentira, salvo el carnaval, que es lo más real”. 

Cita final: retirada de La Gran Siete

1 comentario:

  1. Me gusta, la estructura, la inconclusión de la narración, y el sonido de la misma, pero pienso que sin duda este es un verso escondido en prosa que no quiere salir porque su amo nunca le enseño.

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